jueves, 25 de octubre de 2007

PÍLDORAS QUE MATAN

De la Revista Discovery en español, Septiembre 1999

Su pulso estaba por detenerse. ¿Era una reacción al medicamento?

Por Tony Dajer.

En un instante, su cuerpo le traiciona, se siente como si flotara, pero en realidad se está desplomando. Así describía en vehemente cantones la señora Moy la sensación más inquietante de su vida. Ahora conectada a monitores de presión arterial, ritmo cardíaco y oxigenación, con un marcapasos externo pegado a su pecho, estaba más segura. Pero se negaba a sentarse y ni hablar de ponerse de pie.
“No, no”,decía con un gesto. “Mareada... muy mareada”. La habían remitido de su cardiólogo. La nota decía: “Sesenta y siete años, síncope y bradicardia. Diagnóstico: Síndrome del nódulo sinusal enfermo. Internarla para insertar marcapasos”. Síncope quiere decir desmayo, y bradicardia significa un lento ritmo cardíaco . El síndrome del del nódulo sinusal enfermo implica que el marcapasos natural del corazón, un grupo de células en la aurícula derecha llamado nódulo sinusal, no puede marcar el tiempo, debido a la edad o a algún trastorno médico.
Esto ocurría en Estados Unidos de fines de los 90, donde es más probable que la bradicardia sea inflingida por un médico que por la Naturaleza. Las compañías farmacéuticas han liberado en el mercado un enjambre de fármacos cardiovasculares, cada uno pregonado como mejor y más potente que el otro. Mi sala de emergencias en el hospital de Nueva York se enfrenta con tanta frecuencia a bradicardias inducidas por medicación, que a los médicos jóvenes se les prohíbe pensar en las palabras síndrome del nódulo sinusal enfermo hasta que hayan averiguado todas las medicinas que el paciente toma.
En el monitor, el ritmo cardíaco de la paciente andaba por los 30 y tantos; lo normal es de 60 a 100. Sus ondas P, leves prominencias que aparecen cuando el nódulo sinusal funciona bien, habían desaparecido: un marcapasos natural de repuesto, localizado en la unión entre las aurículas y los ventrículos, se había hecho cargo de su ritmo cardíaco. Cuando esto sucede el ritmo es lento y no se acelera para compensar la baja presión arterial. Y la de la Sra. Moy estaba ahora peligrosamente baja.
Cuando se enfrentan a este diagnóstico, los médicos desean resolver con rapidez ese problema, antes de que lo que está desacelerando el corazón termine por detenerlo. La solución es un marcapasos. Los externos son grandes ventosas con electrodos que se adhieren a la piel del tórax, e inducen a los nervios a contraer y dilatar los ventrículos.
Pero someterse a 60 descargas eléctricas por minuto es poco confiable: el corazón puede dejar de responder. Los marcapasos internos temporales pueden funcionar, pero es preciso instalar un alambre desde la vena yugular en el cuello, o la subclavia bajo la clavícula, hasta el ventrículo derecho.
Ordené aplicarle medio miligramo de atropina. Ese fármaco le aceleraría el corazón al bloquear el nervio vago, que controla el marcapasos. No hubo respuesta. Lisa, mi colega, que es chino-americana, me mostró un pedazo de papel de a señora Moy. ”Posicor. Su cardiólogo se lo recetó hace nueve días”.
Hojeé mi farmacopea de bolsillo. El Posicor no parecía. Cinco años atrás casi nunca consultaba un índice de medicinas. Pero ahora no salgo de casa sin llevarlo conmigo. Sólo para la hipertensión arterial hay 65 fármacos, más 29 píldoras combinadas, cada una con un nombre genérico y varios comerciales.
Peter, nuestro médico residente, dejó caer frente a nosotros el pesado “Libro de referencias para Facultativos”. “El Posicor es un bloqueador de canales de calcio”, dijo.
“Comenzó a tomarlo hace nueve días. Cien miligramos, la dosis más alta. Y ella es una mujer bajita. ¿Qué le está provocando la bradicardia?”
“¿La toxicidad de un bloqueador de canales de calcio?”, dijo Peter.
Estos bloqueadores hacen más lento el flujo de iones de calcio a través de ciertas membranas celulares. Algunos retardan la actividad de las células marcapasos y debilitan las contracciones cardíacas; otras disminuyen la presión arterial dilatando los vasos sanguíneos. Pero todos los bloqueadores de canales de calcio pueden atrasar el mecanismo del marcapasos, y este era el caso de la señora Moy. El antídoto era muy sencillo: calcio. Le inyectamos una ámpolla y su ritmo cardíaco se recuperó un poco. Diez minutos después le inyectamos otra. Su presión arterial aumentó y reaparecieron las ondas P, indicando que las células marcapasos de su nódulo sinusal se habían librado de los efectos del Posicor. Pero su ritmo cardíaco no pasaba de 42.
El calcio era una solución a corto plazo. Podríamos administrarle un par de inyecciones diarias para mantenerle firme el corazón hasta que su sistema eliminara el Posicor. No teníamos suficiente experiencia con ese medicamento para predecir cuánto tardaría, de modo que la idea de ponerle un marcapasos permanente era tentadora. Yo no había visto instalarle un marcapasos a una anciana de corazón débil. Al día siguiente, el suyo latía alegremente en forma natural: el medicamento beta-bloqueador había desaparecido.
“Ni sueñes con un marcapasos” le dije al residente. “El Posicor tiene una vida media de más de 24 horas. No sabrás hasta dentro de cinco días si el problema es ella o el fármaco”.
Al otro día, subí a ver a la paciente. Parecía más fuerte, pero le habían ocurrido episodios de bradicardia durante la noche. Su hija estaba sentada a su lado. Le dije que esperaba que su mamá estuviera bien sin necesidad de un marcapasos.
“Pero mamá se preocupa mucho, doctor. Hace unos meses estuvo punto de desmayarse, y después le daba miedo salir de la casa. Ella querría un marcapasos”.
“Quizá no lo necesite”, contesté.
“Gracias, doctor, pero está asustada”.

El año pasado un estudio publicado en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense calculaba que 106 000 norteamericanos fallecen de efectos secundarios de las medicinas. Y son efectos colaterales esperados, no dosis erróneas. Lo peor es que los médicos parecen más seducidos que nunca por los medicamentos que acaban de salir al mercado.

Recuerdo cuando, a principios de los años 80, salieron las cápsulas anaranjadas de Nifedipina, uno de los primeros bloqueadores de canales de calcio. Si uno abría un agujerito a la cápsula y la colocaba bajo la lengua de un paciente, le bajaba la presión arterial como ninguna píldora anterior. Un conferencista la calificó entonces de droga maravillosa. “Baja la tensión arterial hasta donde se necesita, no más. Como si supiera donde parar”.
Se necesitaron 10 años y muchos ataques cardíacos y muertes por hipotensión, para que la comunidad médica comprendiera cuan estúpida era la droga.
Entre Septiembre de 1997 y Septiembre de 1998, la Administración Federal de Alimentos y Fármacos FDA, retiró del mercado cinco medicamentos porque podían causar la muerte. La última medida similar se había tomado en 1993.Y lo que es más desconcertante, esas drogas no eran ni experimentales ni necesarias para salvar vidas. Eran meras píldoras para adelgazar o imitaciones de los antihistamínicos o antiinflamatorios existentes.
El problema es que cada nuevo fármaco trae consigo no sólo imprevistos efectos colaterales, si no también el potencial de interactuar con los que ya estaban disponibles. Se descubrió, por ejemplo, que el antihistamínico Seldane provocaba letales arritmias cardíacas al interactuar con Eritromicin, un antibiótico antiguo. Fue retirado en 1998.
Conocer un fármaco, entender sus fuerzas y sutilezas, sus fuerzas ocultas y su dosis óptima, puede tardar años. Todos tienen efectos secundarios, y los médicos no vacilan en trocar los conocidos por otros que desconocen, sólo por creer que éstos últimos son mejores. Más aún, mientras más imitaciones recetamos, menos medicamentos usamos en común y la práctica médica se va convirtiendo en una torre de Babel. Se hace cada vez más difícil interpretar los planes de otros facultativos y modificarlos lo mejor posible. Y en ninguna parte es más difícil que en la sala de Emergencias, donde hay que tomar decisiones en fracciones de segundo.
Al tercer día, el ritmo cardíaco de la señora Moy se mantenía en los 50. Su cardiólogo estaba quisquilloso. La Unidad de Cuidados Coronarios cuesta 1 000 dólares diarios, un precio alto para limitarse a observar y esperar. El residente de la Unidad, que también sospechó del Posicor, ahora parecía inclinarse por el síndrome del sinusal enfermo.
En la habitación de la paciente, su hija se había resignado.
“Aún está asustada. Se sentirá mejor con un marcapasos”, dijo.
“Sigo pensando que fue el Posicor”, respondí. “Pero la última decisión debe tomarla su cardiólogo”.
Cuando pasé por ahí al día siguiente, aparecían en el monitor de la señora Moy las prominencias de un marcapasos, claramente diferenciables de las demás ondas de un electrocardiograma. Le habían instalado el suyo. Pero la mayor parte de los latidos se debían a ella misma. Los marcapasos tienen un mecanismo que los hace esperar un latido normal. Sólo actúan en ausencia de éste. La enferma parecía aliviada. Me dio las gracias sin saber que yo me había opuesto hasta el final a su cura mágica. Me consolé pensando que el marcapasos era un placebo de entre 10 000 y 15 000 dólares que le permitiría salir de su casa con vitalidad y sin miedo.

Seis semanas mas tarde el New York Times publicó una noticia bajo este título: “Retiran medicamento para el corazón; evidencias indican que puede ser mortal”. Decenas de informes sobre graves efectos colaterales, incluyendo el riesgo de un lento ritmo cardíaco, motivaron a la FDA a retirar del mercado el Posicor.

El residente de casos críticos salió a buscarme. “Tenias razón”, admitió “Era peligroso”.
“Donde crearon esta cura milagrosa quedan aún muchas más. Algún día aprenderás también a ser escéptico”.

UN ARTE DE CURAR





La bioenergética y las medicinas alternativas han despertado un enorme interés en todo el mundo. Prueba de ello es que en 1990 se realizaron en Estados Unidos 425 millones de consultas a terapeutas alternativos, superando en 40 millones el número de consultas realizadas a médicos generales, internistas y pediatras en conjunto. Por otra parte, los estratos de población que acudieron con mayor frecuencia a estas terapias fueron aquellos de mayores ingresos y educación. Más tarde, en 1992, se creó la Oficina para el Estudio de las Medicinas Alternativas, como dependencia directa por las terapias alternativas, aun en poblaciones de elevado nivel de educación y con acceso a los mejores servicios de la medicina oficial, indica que esta última no siempre logra llenar las expectativas del paciente; por esto éste busca complementar aquellos que juzga deficiente dentro de los tratamientos ortodoxos.

Aunque las terapias complementarias logran resultados excelentes individualmente, los indicadores globales de salud no han mostrado, sin embargo, un cambio significativo. Esto nos lleva a pensar que ni los tratamientos de la medicina oficial ni las terapias alternativas son por sí solas una respuesta suficiente a los problemas de salud. Una terapéutica, cualquiera que sea, no puede transformar aisladamente el panorama global de la enfermedad. Sólo la adquisición paulatina de una conciencia responsable puede lograr cambios integrales que modifiquen de manera importante los hábitos de vida, único camino para lograr la salud.

Este libro (Un Arte de Curar, de Jorge Carval), por tanto, no es una simple descripción de técnicas y procedimientos de medicina bioenergética; introducirse en él es explorar una dimensión de la conciencia, penetrar en un mundo mágico, pleno de vida y realidad, donde enfermedad y salud son sólo el reflejo de nuestros hábitos y creencias.

Presenta una serie de relatos en los que, mediante recursos sin aparente explicación a la luz de la ciencia oficial, se logran resultados sorprendentes. Antes estos hechos, generalmente tomamos una de dos actitudes: o lo negamos sin siquiera discutir su posible veracidad, o los aceptamos como resultado de un poder sobrenatural que a veces se compadece del dolor de los hombres. Aquí exploraremos una tercera opción: observar los hechos y aceptar los resultados – sin negarlos sólo por el hecho de no tener una explicación racional – para buscar luego elementos que permitan comprender y, lo más importante, repetir dichos fenómenos aparentemente inexplicables.

Vislumbremos, así, una red sutil e inteligente que hila destinos y evoluciones, y donde lo inexplicable encuentra explicación. Exploraremos el mundo mágico de la conciencia y veremos al ser humano en su dimensión energética: conjunto de hilos de luz, emociones e ideas que configuran un reflejo del universo.

Este libro es, en fin, una invitación a conocer y vivir la bioenergética, que mucho más que una terapia original y curiosa, es un arte en el cual cada uno es su propio médico, discípulo del alma, servidor del mundo.

martes, 23 de octubre de 2007

CÓMO PREVENIR EL CÁNCER

John Hopkins Memorial Hospital

Todos tenemos células cancerígenas. Estas células no aparecen en análisis estándares hasta que las mismas se hayan multiplicados por billones. Cuando un médico le dice a un paciente de cáncer que no tiene más células cancerígenas en su cuerpo, luego de un tratamiento, esto significa que el examen no es capaz de detectar las células cancerígenas porque la cantidad de ellas en el cuerpo no han alcanzado las cantidades necesarias para ser detectadas en el análisis normal.

Las células cancerígenas aparecen de 6 a 10 veces en la vida de una persona.

Cuando el sistema inmunológico de una persona es suficientemente fuerte, las células cancerígenas son destruidas por este y se evita su multiplicación para formar un tumor.

Cuando una persona tiene cáncer, esto indica que esa persona tiene deficiencias múltiples nutricionales. Estas podrían ser genéticas, ambientales, por alimentos o por factores de estilo de vida de esa persona.

Para solucionar las deficiencias nutricionales múltiples, el cambio de dieta, incluyendo suplementos nutricionales fortalecerá el sistema inmunológico.

La quimioterapia implica el envenenamiento de las células cancerígenas de rápido crecimiento, pero a la vez destruye células buenas en el sistema óseo, en el tracto intestinal, etc. y puede causar daños en órganos, tales como el hígado, riñones, corazón, pulmones, etc.

La radiación mientras destruye células cancerigenas, también quema, daña células saludables, tejidos y órganos.

El tratamiento inicial con quimioterapia y radiación a menudo reduce el tamaño del tumor. Sin embargo el uso prolongado de quimioterapia y radiación no conduce a la destrucción de más tumores.

Cuando el cuerpo tiene demasiada carga tóxica producto de la quimioterapia y la radiación, el sistema inmunológico esta comprometido o destruido, aquí la persona puede sufrir de varias clases de infecciones y complicaciones.

La quimioterapia y la radiación pueden provocar en células cancerígenas mutación y hacerse resistentes y difíciles para ser destruidas. La cirugía puede también provocar que las células cancerígenas se dispersen a otros lugares del cuerpo.

Una forma efectiva de combatir el cáncer es llevar a estas células cancerígenas a “morir de hambre”, por el método de no alimentarlas con alimentos que las estimulen a multiplicarse.




Alimentación para personas con células cancerígenas

1. El azúcar es un alimento estimulante del cáncer. Eliminando el azúcar de nuestra alimentación se elimina un alimento que fortalece la proliferación de células cancerígenas. Los sustitutos de la azúcar, tales como: Nutra Sweet, Equal, Spoonful, etc., son fabricados con Aspartame el cual es dañino. Un mejor sustituto del azúcar es la miel de abeja y la melaza, pero siempre en pequeñas cantidades. El único edulcorante que no contiene Aspartame es “SPLENDA”.

2. La sal de mesa se le añade un químico para el color blanco, lo cual es también un estimulante para el crecimiento de células cancerígenas. La mejor alternativa es la sal marina y Bragg’s aminoácidos.

2. La leche produce en el cuerpo flemas, especialmente en el tracto gastro-intestinal. El cáncer se alimenta de flemas. Eliminando la leche y sustituyéndola con leche de soya sin azúcar produce que las células cancerígenas mueran de hambre.

3. Las células cancerígenas se desarrollan en un ambiente ácido. Una dieta estructurada en carnes rojas es ácida, por lo tanto es preferible ingerir pescado y carnes blancas (pollo) en lugar de carne de cerdo. La carne roja también contiene antibióticos de ganado (animales), hormonas del crecimiento y parásitos, todos ellos son dañinos, especialmente para la persona con cáncer. La proteína cárnica es difícil de digerir, requiere de muchas enzimas digestivas. Los cárnicos no digeridos permanecen en el intestino, transformándose en sustancias putrefactas, lo cual conduce a la construcción de más tóxicos.


4. Una dieta elaborada con un 80 % de vegetales frescos y jugos, granos, semillas, nueces y un poco de frutas estimularía a crear un ambiente alcalino (PH mayor de 7) en el cuerpo. ALCALIDANIDAD ES SALUD. El resto de la alimentación (20%) puede ser provista de alimentos cocidos como granos. Un jugo de vegetales frescos provee enzimas vivas las cuales son fácilmente absorbidas, penetrando a nivel celular en 15 minutos, alimentando y estimulando el desarrollo de células sanas y saludables.Para conseguir enzimas vivas que contribuyan a desarrollar células saludables pruebe y beba zumo, jugo o extracto de vegetales frescos (la mayoría de los vegetales incluyendo habichuelas y judías jóvenes). Además ingiera vegetales 2 o 3 veces al día. Las enzimas son destruidas a temperatura de 104º F (40º C), por lo tanto cocine sus vegetales a temperaturas inferiores a 40º C, de esta manera garantiza los nutrientes que ellos poseen que NO son beneficiosos para células cancerigenas.

Elimine el café, el té y el chocolate, los cuales contienen cafeína. El té verde y la hoja de coca son las mejores alternativas pues poseen propiedades que combaten el cáncer.

6. La mejor agua para beber es el agua purificada o filtrada. Esto evita conocidos tóxicos y metales pesados en el agua. El agua destilada es ácida, evítela.


7. La pared exterior de las células cancerígenas tiene una capa exterior de protección de proteína. Reduciendo o comiendo menos cárnicos, libera más enzimas que atacan la pared exterior de las células enfermas, lo cual permite destruir un mayor número de células con cáncer.

8. Algunos suplementos alimenticios ayudan a construir y a fortalecer el sistema inmunológico: IP6, Flor-essence, Essiac, antioxidantes, vitaminas, minerales, etc. lo cual contribuye a que el propio organismo genere células que destruyen las células con cáncer. Otros suplementos alimenticios, como la vitamina E, se saben que causan problemas apopléjicos, lo cual programa la muerte de células, que es el método normal del cuerpo de disponer de células dañadas, no deseadas e innecesarias.

9. El cáncer es una enfermedad de la mente, del cuerpo y del espíritu. Una actitud proactiva y un espíritu positivo ayudan, indudablemente, al portador de cáncer a sobrevivir. La ira, la soledad y la tristeza provocaran un fuerte estrés al organismo, creando un medio ácido en el mismo. Aprender a tener un espíritu lleno de amor y perdón contribuirá a mejorar las condiciones de cáncer. Aprender a relajarse y a disfrutar de la vida son herramientas útiles a la persona con el padecimiento.

10. Las células cancerígenas no pueden operar en un ambiente oxigenado. Ejercicios diarios y respiración profunda contribuyen a que las células reciban más oxígeno. La terapia con oxígeno es otra forma a emplear para destruir células cancerigenas.


Por favor envíe esta información a personas que usted aprecia… esto es una actualización del Hospital John Hopkins de los EUA.

1. No utilice envases plásticos en el microondas.
2. No ponga botellas de plástico en el congelador.
3. No utilice papel de aluminio en el microondas.


OTROS PUNTOS

1. John Hopkins recientemente emitió el boletín informativo que presentamos. Esta información también esta siendo enviada a lectores por el Centro Médico Walter Reed del Ejercito de los EE.UU. El químico Dioxina produce cáncer, especialmente cáncer de mamas. La Dioxina es un agresivo veneno para las células de nuestro cuerpo. No congele agua en botella plástica, esto libera dioxinas del plástico.
2. Recientemente, el Dr. Edward Fujimoto, Gerente del Programa de Salud del Castle Hospital, estuvo en un programa de TV. explicando riesgos en la salud. Explicó sobre la dioxina y cuan peligrosa es para nosotros. Dijo que no deberíamos calentar nuestros alimentos en microondas en envases plásticos. Esta sugerencia aplica especialmente para alimentos que contengan grasas. Dijo que la combinación de grasas, calor intenso y envases de plásticos libera dioxina hacia el alimento, lo cual finalmente llega a las células del organismo al ingerirlos. En lugar del plástico, el Dr Fujimoto recomienda utilizar vidrio, como los envases de Corning Ware, Pyrex o cerámicas para cocer los alimentos. Se consigue los mismos resultados de cocción, pero sin dioxina. Alimentos precocidos que se venden en los supermercados deben ser retirados de sus envases plásticos y calentados en otros envases como los aquí explicados. El papel para reguardar los alimentos calentados no es malo, pero usted no sabe qué contiene ese papel. Es mas seguro utilizar vidrios, Corning Ware, etc. El Dr. Fujimoto recordó que hace un tiempo los restaurantes de comidas rápidas prescindieron de contenedores de papel para conservar alimentos calientes. El problema de la dioxina fue una de las razones.

3. También el Dr. Fujimoto explicó que la envoltura plástica, como la resina termoplástica, es muy peligrosa cuando es utilizada en alimentos a ser cocidos en microondas. El alimento es atacado con las toxinas dañinas generadas por la alta temperatura durante el proceso de cocción en el microondas, mezclándose con el plástico y retornando al alimento. Envolver los alimentos con papel toalla es una mejor opción.